Decidir no está mal
Macarena, 27 años, Colegiales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A mí me salvó la empatía, la mujer amiga.
Me salvó la palmada en la mano para que me tranquilizara, el mensaje de aliento.
Me salvaron las pibas, hasta la que menos pensaba.
Y de repente, te das cuenta que todo puede ser mejor, que la empatía cruza fronteras, cruza prejuicios, cruza clase, cruza machismo, cruza adversidades.
Te das cuenta que no hay juicio que valga, que tu decisión y tu derecho están primero. Que todo pasa, sana y te fortalece.
Te das cuenta que no estás sola, aprendes a respetarte ante todo y a eliminar toda imposición.
Desear no está mal, decidir y sentir tampoco.