Crisis de salud en Río Negro: la lucha contra el vaciamiento de la salud pública

Victoria Speroni es médica de familia, formada en la Universidad de Córdoba, vive en Viedma desde hace veinte años y trabaja en el Centro de Atención Primaria de la Salud José María Guido, dependiente del Hospital Provincial Artémides Zatti. También hace guardias en el Hospital de Viedma, todos sitios que, en medio de esta crisis del sistema salud, se encuentran atravesando una situación que pone en riesgo los servicios de la salud pública.
Por Laura Rosso
¿Qué radiografías haces de la situación?
-Es la primera vez que vivimos una cosa así y, con la llegada del nuevo gobierno nacional, la crisis se exacerbó aún más. La accesibilidad de métodos anticonceptivos era muy buena en toda la provincia, trabajábamos con la comunidad que siempre tuvo acceso a charlas y talleres de ESI. Hoy, la crisis es muy profunda, tanto en relación a los insumos como respecto del personal, que perciben sueldos que apenas superan la línea de pobreza, por lo tanto hay muy pocos profesionales que quieran venir a trabajar, y las guardias son súper intensas. Nos habíamos formado en la implementación de IVE e ILE y en esta situación tenemos que sostener la atención de emergencia para asegurar el
procedimiento. Lo que sucede ahora es que el mes pasado mandaron los últimos combipack que tenían en Nación y la semana pasada nos anunciaron que Nación no va a mandar más esta medicación. Lo mismo ocurre con los implantes subdérmicos.
Victoria lleva un registro de las IVES acompañadas que realizó desde que se promulgó la ley y cuenta unas 270 y 34 en lo que va de este año. Dice que en su centro de salud, esta demanda se acrecentó por vía de la ley. Derivadas por las socorristas, por otro profesional, o por el “boca en boca”, el número de consultas por IVE hicieron que tuvieran que aceitar algunos mecanismos con el equipo para asegurar el acceso urgente, aunque no tuviera turno, y definir tempranamente con una ecografía las semanas de gestación. “La ley trajo esta apertura. La gente entendió que puede ir a la salita y pedir un turno para la IVE. Hay lugares que siguen siendo expulsivos y contamos con las
socorristas que ayudan para que puedan llegar a los centros de salud amigables.”
Cierre del Plan ENIA
El Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia), fue cerrado por decisión del gobierno nacional, que no renovó los contratos de más de 600 profesionales de equipos interdisciplinarios. Estas trabajadoras y trabajadores, con más de seis años de servicio en doce provincias, brindaban consejería en salud sexual en escuelas secundarias y espacios comunitarios, garantizando el acceso tanto a métodos anticonceptivos de larga duración como a la ILE/IVE en centros de salud. Victoria, dice: “En el Plan ENIA, los métodos anticonceptivos de larga duración, como el implante subdérmico, son claves para la anticoncepción en adolescentes”. El Plan ENIA no solo ha demostrado ser altamente efectivo, ya que en cinco años logró reducir la tasa de embarazo adolescente del 49 al 27%, sino que también es un modelo reconocido en toda la región. Este vaciamiento implica abandonar a las adolescentes, dejarlas sin asesoramiento en salud sexual tanto en las escuelas como en la comunidad, donde recibían información sobre salud sexual y reproductiva, además de apoyo en áreas como trastornos alimentarios, violencia, abuso, bullying, depresión y suicidio.
¿Cómo es la situación de acceso a la IVE en Viedma?
-Gracias a la implementación de la ley 27.610 y a las capacitaciones en el sistema de salud, está bastante aceitado el acceso a estos derechos, pero al llegar este modelo que es nefasto no solo en lo económico sino por los derechos que se niegan, la situación se
complicó mucho. Por ahora tenemos la medicación -o la conseguimos- y sabemos que hay un pedido de compra que va a llegar pronto aquí a Viedma, pero no sucede lo mismo en Bariloche o Roca. Cuando hay una ley que respalda estos derechos, el hospital debe proveer la medicación. En general, las interrupciones se hacen con mediación, no implementamos las Ameu, -o solo cuando hay un procedimiento fallido-, pero utilizando mifepristona no suelen fallar y las complicaciones son mínimas.
¿Y cómo es el panorama en relación a los métodos anticonceptivos?
-Este año han disminuido mucho. Se utiliza el implante, que vinieron muy pocos y la prioridad son las adolescentes. Es un método muy seguro que resolvió un problema grave que era el embarazo adolescente.
Compartimos un extracto del texto “El embarazo no intencional, deseado o no, es un problema de salud”, escrito por Victoria Speroni en agosto de 2023, para las XII Jornadas del Hospital Zatti:
Ya rondando el 2012, conozco la existencia de “Socorristas en red”, mujeres feministas, interconectadas en todo el mundo, que tenían esa información que la facultad no enseñaba: de cómo, con qué medicación, cómo prevenir complicaciones y cómo un acompañamiento
respetuoso y amoroso de esa mujer podía asegurar un aborto seguro y sin riesgos. Obviamente tampoco me animaba a recetarlos e indicarlo, de hacerlo incurría en un delito. En el mundo ya eran muchos los países que tenían legalización por lo tanto esas prácticas eran realizadas, y el misoprostol y la mifepristona se fabricaban con ese fin. Las Socorristas eran contactadas por mujeres que deseaban interrumpir el embarazo y acompañaban, clandestinamente sí, pero de manera segura los tratamientos. Ellas empezaron a conectar de alguna manera estas demandas con el sistema de salud, visibilizando una realidad, comenzaron a disminuir notablemente los
índices de morbi/mortalidad materna post abortos en silencio, en los márgenes. Cito unas palabras Gabriela Luchetti, ginecóloga full time del Hospital Público de Neuquén, ahora jubilada, que me perecen acertadas en este punto: “Desde hace muchos años pienso que la
medicina no tiene destino como práctica que resuelve problemas de salud, si no pone ojos y oídos en la comunidad. Con el aborto, con su carga de práctica estigmatizada e ignorada, tuvieron que venir desde el feminismo las socorristas a empujar los límites. Y desde las
organizaciones de salud, las y los sensibles, que se dejaron interpelar fueron corriendo esos límites, aprendiendo, escuchando, colaborando.”