La Memoria en clave feminista en la voz de Alejandra Ciriza

La voz dulce pero contundente de Alejandra Ciriza cala profundo con las reflexiones que deja cuando toma la palabra en una asamblea, en un aula o una ronda feminista. Desde Mendoza, Alejandra analiza la realidad en clave feminista y ahora, en tiempos de avanzada fascista, sus reflexiones urgentes aportan de manera aguda un hilo conductor entre la última dictadura cívica, eclesiástica, empresarial, militar y el actual gobierno nacional.

Por Noelia Aguilar Moriena

Es Licenciada y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Filosofía, Doctora en Filosofía y, como a ella le gusta presentarse, “activista por la memoria, la verdad y la justicia y feminista”. Baila, crió tres hijxs y cuida plantas. Trabaja como profesora de la universidad pública y se jubiló como investigadora principal del CONICET”.

Como feminista y militante de los DD.HH, luego de una potente marcha del 8M que cobró vida en todas las ciudades y pueblos del país y en el Mes de la Memoria, Alejandra cree que “las feministas hemos aportado significativamente a la lectura de la dictadura militar y hemos aportado significativamente a los efectos del terrorismo de Estado. La dictadura se ensañó muy particularmente con las mujeres y disidencias. La violación fue una práctica sistemática en los centros clandestinos de la dictadura militar. Una forma de humillar a las personas”.

Y agrega que “hubo formas muy particulares de sexualización de la tortura que no pudieron ser dichas sino a  fuerza de insistencia feminista. Entonces, por una parte creo que hemos podido echar luz sobre el tema de las violaciones como delitos específicos en los juicios por delitos de lesa humanidad y que también  hemos mostrado la forma particular como la dictadura se ensañó con las mujeres madres privándolas del ejercicio de la maternidad hasta el punto de apropiarse de sus hijes, secuestrarles,  torturar a mujeres inclusive embarazadas, forzar abortos como el caso de nuestra compañera de Rafaela, Silvia Suppo, que tanto nos ha ayudado a visibilizar los abortos que se perpetraron también de manera forzada en los centros clandestinos de la dictadura militar”.

Silvia Suppo llega a la memoria de Alejandra y unas pocas horas después se conoce sobre el cubrimiento del Mural en Memoria de Silvia que el 4 de mayo de 2013, a los tres años de su asesinato, la colectiva Las Histeriqas, Mufas y las Otras y Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo realizaron junto a otras organizaciones feministas y de derechos humanos en el edificio de la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional de Córdoba.

Ex presa política y testiga en juicios por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, Silvia aportó un testimonio clave en el juicio que condenó en 2018 al ex juez federal Víctor Brusa por crímenes cometidos durante la dictadura militar en Santa Fe. El juicio se llevó adelante con base en sus denuncias y testimonios en la Megacausa de Rafaela, previos a su asesinato. La querella llevó adelante la causa por los delitos de secuestro, tormentos, violación agravada, embarazo forzado y aborto forzado practicado a Silvia, junto al secuestro y desaparición forzada de otras personas. Fue la primera vez que el embarazo forzado y aborto forzado, llegaban a juicio oral como delitos de lesa humanidad autónomos. Fue asesinada a puñaladas la mañana del 29 de marzo de 2010, en Rafaela.

“Embarazos forzados, abortos forzados, apropiaciones de niñes, violaciones sistemáticas, privación de la maternidad, torturar niños, niñas y niñes para que sus madres y padres hablasen. La dictadura militar procedió contra los cuerpos considerando de una manera muy especial la sexuación desde un punto de vista brutalmente patriarcal. Las mujeres sufrimos durante la dictadura de manera particular esa revancha, ese ensañamiento contra nosotras, contra nuestros cuerpos, contra nuestras libertades”, reflexiona Alejandra con la memoria viva del recorrido que Silvia escribió y relató con su propio cuerpo. 

Resistencia en tiempos de avanzada fascista

“Todas, todes sabíamos quien era Villacruel (en alusión a la vicepresidenta Victoria Villarruel). Visitó de manera sistemática a represores. Viene de una familia de represores, por eso no me extraña esa posición que es absolutamente coherente con la crueldad”, dice Alejandra y rápidamente agrega que “este gobierno tiene una visión del mundo que es brutal, cruel, capitalista, antipopular, misógina. Y uno de los problemas más graves es que esa misoginia es puesta en acto por mujeres que no son otra cosa que mercenarias del patriarcado”.

Ante la descripción de este cruento presente, la voz de Alejandra cobra ímpetu sin perder su característica dulzura y arremete “creo que una de las escasísimas ventajas que tenemos en este momento es que aunque se empeñen en desconocerlo, en este país sigue en vigencia la Constitución Nacional y los derechos ciudadanos y me parece que esa es una herramienta que tenemos que usar”.

En eso de pensar estrategias para (sobre)vivir en tiempos de Milei, la filósofa propone a modo de resistencia “negarnos a obedecer ciegamente las órdenes desde arriba, pensar que las salidas son siempre comunitarias, tienen siempre que ver con la solidaridad, relatar los acontecimientos de la dictadura, relatar que la dictadura trató de sembrar el miedo, el odio por el otro, la desconfianza, la individualización extrema, la privatización de la vida”.

Y esperanzada, reflexiona: “creo que las calles siguen siendo nuestras, que las salidas son siempre colectivas. Creo que la ternura es una trinchera y creo que insistir en la memoria y en los relatos es una vía que nos toca. También creo que afortunadamente quienes formamos parte de organizaciones de derechos humanos y de grupos feministas tenemos instancias colectivas de organización y están surgiendo una serie de experiencias, de asambleas de trabajadores y trabajadoras ante el avance brutal sobre los derechos ya conquistados que pretenden atropellar de distintas maneras y me parece que esas son nuestras instancias de defensa ante esta avanzada”.

“Y sobre todo creo que tenemos que, con dignidad, decir quienes somos. Nos quieren avergonzades. Nosotres no tenemos nada de que avergonzarnos. Ellos, los explotadores, los capitalistas, la derecha, los fascistas sí tienen mucho de que avergonzarse”, finaliza enfática. 

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