“El escenario es de autodefensa colectiva”

María Pía López es socióloga, activista feminista y escritora (Travesía. Jugar con maldón es su último libro, presentado en la Plaza del Museo del Libro y de la Lengua de la ciudad de Buenos Aires, el sábado 4 de noviembre). En esta conversación, abre temas
que en esta coyuntura son necesarios para pensar y profundizar: desde el peligro que corren las conquistas feministas ante los avances de la ultraderecha hasta la importancia de poner en juego una imaginación política que dispute el sentido de lo que significa
“vidas dignas de ser vividas”.
Por Laura Rosso
Aborto, ESI y otros derechos conquistados son algunas de las leyes sobre las que la ultraderecha va a avanzar para hacernos retroceder, en caso de ganar del balotaje. ¿Qué crees que representa esta ruptura para lxs cuepxs de mujeres y diversidades?
María Pía López: -La ultraderecha ve a los feminismos como un adversario fundamental, en tanto producimos, sostenemos, militamos una concepción del mundo, de la vida en sociedad, de los afectos, bien diferente. Porque un hilo muy fuerte de nuestros feminismos es el antineoliberalismo y la demanda de derechos cuya realización requiere un Estado presente, por ejemplo en la educación y en la salud. La ultraderecha pretende que todo se realice por la vía del mercado y del acceso de individuos competitivos a esos bienes. Desconoce la idea de responsabilidad común, de cooperación, de asistencia, de cuidado a otrxs. En ese plano, todo está en riesgo: desde las jubilaciones para personas que trabajaron dentro de sus casas o sin formalización legal, hasta la realización de abortos en el sistema público de salud. Declaran que comenzarán con el cierre del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, pero la poda de derechos no se va a limitar a la reducción de la gestión ministerial, sino que el ataque contra toda la institucionalidad del Estado, en nombre de su sustitución por la agencia privada y que cada quien acceda a aquello que pueda pagar, implica la destrucción de muchas condiciones de vida que hoy sostenemos. No sólo para nosotras, sino para toda la población. Pero sí será agravada, para mujeres y diversidades, la hostilidad social, callejera. La violencia está a la vuelta de la esquina, no sólo en la agitación digital y
discursiva del libertarianismo.
¿Qué rol tuvo la militancia cotidiana de los transfeminismos frente al resultado que arrojaron las PASO?
-Entre las PASO y la elección general hubo una reactivación muy fuerte de las militancias más allá de los partidos. Se dieron asambleas y reuniones y rondas transfeministas, se hicieron marchas, pegatinas, intervenciones en redes sociales, videos. Florecieron mil flores, pero también se compartieron tácticas de campaña, tips para conversar y convencer, manuales traducidos del portugués. Nunca sabremos a cuántas personas convencieron estas extendidas campañas, pero sí sabemos que produjeron una energía política, la alegría de volver a reunirnos, la certeza de que lo que ocurra en las urnas es fundamental pero no agota los esfuerzos necesarios para seguir construyendo. Entre las ideas que aparecieron hay una que me convence mucho: el escenario es de autodefensa colectiva. Votamos por autodefensa colectiva. Pero además de votar habrá que tramar muchas otras estrategias de defensa.
La negación de la existencia de la brecha salarial de género, entre otras violencias machistas, a través de discursos violentos y misóginos, son el modo en el cual la ultraderecha niega diferencias históricas, ¿qué opinión tenés sobre esas negaciones, como también el negacionismo de la dictadura?
-Por primera vez, en cuarenta años, una fuerza política con chances de ganar se pronuncia a favor del terrorismo de Estado. Irrumpe contra el consenso que fundó la democracia argentina, el del Nunca más, para poner en juego argumentos negacionistas o de relativización. Como se sabe, no se trata de una discusión sobre el pasado, sino sobre cómo consideramos las injusticias en el presente. Una activista pro dictadura, que apoya a La libertad avanza, lo dijo claramente: si no se indultan a los militares presos,
las fuerzas armadas no van a estar dispuestas a la represión de los conflictos sociales. La envergadura que tiene esa cuestión en LLA muestra que no se trata sólo de una apuesta al cambio, sino que ese cambio está muy connotado por las fuerzas a las que decide
servir. Con respecto al negacionismo en general, o al modo en que relativizan hechos ya probados, como los que mencionas de la brecha salarial de género o la cantidad de detenidxs-desaparecidxs, responden a una relativización general que procuran respecto
del saber, del conocimiento, de la ciencia. Surgen del barroso mundo del movimiento antivacunas, con roces con el terraplanismo, mutiplicando fakes en las redes; pero también llamando pragmatismo a una ideologización muy rotunda, que opera con la fantasía de que la realidad se puede moldear a gusto de cada quien. En el caso de la brecha salarial de género, van a desconocer siempre lo que surge de análisis sociales, porque esos trazos los supeditan a diferencias entre individuos, carreras personales,
méritos o deméritos.
¿Qué significa que esta ultraderecha esté entre nosotres a 40 años de la democracia? ¿Qué cosas son necesarias para expandir la democracia aún más en este contexto?
-Esa ultraderecha ha crecido también por la decepción con las dificultades de los gobiernos democráticos para generar condiciones de vida más dignas, por cierta impotencia de esos gobiernos para controlar las variables económicas, entre otras cosas por la subordinación a una deuda externa que condicione todo el quehacer. También crece por una distancia entre las mayorías de la población, el modo en que viven, y el modo en que lo hace una clase política que aparece como dispendiosa, con privilegios, fotografiada en esa distancia con lo popular. El próximo gobierno popular, esto es, el que surja si derrotamos a la ultraderecha en el ballotaje, debe volver a pensar muchas cuestiones, procurar una austeridad, una cercanía, una eficacia. Volver a construir confianza. Pero la expansión de la democracia no pasa sólo por lo que haga un gobierno. Pasa por lo que se multiplique por abajo, por la recuperación de unas energías colectivas que quedaron muy apagadas después de la pandemia, por la apuesta a una
imaginación que reabra la política en el sentido de una disputa por vidas dignas de ser vividas.