“Tehuel, te seguimos buscando”: el grito de una lucha que no se detiene
La desaparición de Tehuel de la Torre sigue siendo un dolor persistente. A tres años de su ausencia les activistas dicen que el proceso judicial es tan relevante como insuficiente, ya que refleja las tensiones y vacíos de un sistema que aún no escucha a los colectivos trans. Le Cissa, integrante de la Coordinadora por Tehuel, explica el impacto de esta lucha en un contexto donde, como elle afirma, Tehuel es un «desaparecido en democracia».
Por Daniela Cardano
Por tres años, el nombre de Tehuel de la Torre ha resonado como un eco que se niega a apagarse. “El impacto de la desaparición de Tehuel ha sido un proceso largo que no se detiene”, afirma Le Cissa, activista no binarie de La Plata, integrante autoconvocade de la Coordinadora por Tehuel. “Hace 3 años desaparece y me uní a la Coordinadora, esa fue casi que mi primera experiencia militante organizada y colectiva”.
Para elle, el caso de Tehuel no es solo una historia más de desaparición. Es una herida abierta en una sociedad que sigue fallando a quienes más lo necesitan. “Tehuel podría ser cualquiera de nosotres o nuestres amichis, y al mismo tiempo, no cualquiera», explica Le Cissa, y continúa: “Tehuel desapareció por masculinidad trans y por no poder acceder a un laburo estable que le permitiera sustentarse a él y a sus afectos. Tehuel desapareció por un estado que no llegó a sus barrios, a su familia, a sus necesidades”.
La condena
Luis Alberto Ramos, condenado a prisión perpetua por el homicidio agravado de Tehuel de la Torre, fue encontrado culpable por haber participado en el crimen motivado por el odio hacia su identidad de género. Además, un segundo juicio aún espera a Oscar Alfredo Montes, quien enfrenta cargos similares y será juzgado por un jurado popular.
La condena a Ramos por el homicidio de Tehuel ha sido de amplio debate. Mientras el tribunal lo condenó a prisión perpetua por el crimen agravado, muches activistas y sectores de la comunidad LGBTIQ+ sostienen que el caso debería tratarse como una desaparición forzada y no únicamente como un homicidio. Esta diferencia de perspectivas se debe a la falta de evidencia directa sobre el destino de Tehuel. El enfoque de la investigación y las pruebas, como prendas de vestir y su celular hallados en la casa del condenado, no son suficientes para muches para cerrar el caso como homicidio.
El juicio ha sido considerado un precedente importante, ya que el tribunal aplicó el agravante por odio a la identidad de género. Sin embargo, también ha suscitado críticas por centrarse únicamente en el homicidio sin haber encontrado a Tehuel, lo que deja sin resolver la posibilidad de que aún esté desaparecido.
Para les activistas, la condena por homicidio sin pruebas concretas refuerza la percepción de que se está invisibilizando la violencia estructural que enfrentan las personas trans en Argentina. Argumentan que el caso debería seguir siendo investigado como una desaparición forzada, un delito que conlleva una responsabilidad adicional del Estado para esclarecer los hechos y garantizar que no queden impunes.
Desaparecido en democracia
Le Cissa subraya la gravedad de la situación: “Tehuel es un desaparecido en democracia, ni vivo, ni muerto, desaparecido. Y eso, es gravísimo”. Porque, al final del día, lo que está en juego es mucho más que un caso judicial; es el reconocimiento de una realidad que aún no se quiere ver.
“La sentencia es un precedente jurídico relevante, porque infelizmente casos como estos están lejos de dejar de suceder. No hace a la prevención, sino al punitivismo, el castigo luego de que nos falte alguien más. Pero qué importante que se nombre”, dice Le Cissa. Porque nombrar es, en definitiva, una forma de resistir.
Hay una crítica dura hacia las instituciones. “Las instituciones y su ‘justicia’ están lejos de representar una comunidad cuya voz aún no tiene lugar en sus muros”, denuncia. Y añade: “Ninguna persona trans masculina participó de la construcción del proceso penal… Pero sí estuvieron presenciando el juicio de cerca, dentro de la sala, en la puerta, a través de las redes”.
Y cuando se le pide un mensaje final, la respuesta de Le Cissa es un grito urgente y potente: “Tehuel, te seguimos buscando. ¿Qué hicieron con Tehuel?”.
La desaparición de Tehuel no es solo una tragedia individual; es un reflejo brutal de las fallas de un sistema que, una y otra vez, parece olvidar a la comunidad trans. Le Cissa nos recuerda que “es un desaparecido en democracia”, una afirmación que golpea duro y resuena más allá de los muros de los tribunales.
Mientras tanto, la búsqueda de Tehuel sigue siendo un acto de amor, de rabia y de resistencia. Porque en el fondo, más allá de las formalidades legales, lo que realmente importa es que alguien —una madre, un padre, une amigue, une compañere de lucha— sigue preguntando: “¿Qué hicieron con Tehuel?”.
El eco de esa pregunta seguirá resonando hasta que haya respuestas. Y, quizás, incluso después de ellas.