El 29D hay fiesta callejera y nuestros cuerpos lo saben

Por Ruth Zurbriggen para La Revuelta

La Ley y la fiesta feminista.

La fiesta feminista y la Ley que ya acariciamos con el torrente de las olas que inundan todo de belleza política, de nuevos sentidos, de experiencias vitales y de silencios ensordecedores guardados por largas décadas.  

La Ley y la fiesta del goce, de los placeres colectivos, de la vida comunitaria, de la escucha afectada, de los cuidados amorosos, de las reparaciones, de los refugios sensacionales, de la ingeniería imaginativa.  

La Ley y la fiesta, la que sabe de merecimientos y legitimidades. La que se hace de genealogías y pedagogías acuerpadas, de rogativas ancestrales. La que ambiciona más poderíos y acabar con los daños y forzamientos.

La Ley y la fiesta, la que no obliga, la que pone a disposición. La que politiza las decisiones. La que desea mundos con justicia y dignidades. La que se atreve irreverente y llega también a la mesa familiar. La que puede parar el mundo sin parar las luchas cotidianas. La que propone sospechas permanentes. La del orgullo intergeneracional.

La Ley y la fiesta, la que exige y propone. La que reclama y dialoga. La que se hace de la acción directa. De eventos micropolíticos que nos salvan. La de la ternura mágica. La que se genera apegos y nos revoluciona.

La Ley y la fiesta a la que temen curas, pastores, racistas, heterosexistas y patriarcas de todo pelaje. La que reclama que nos dejen vivir en paz. La que demanda laicidad e insiste que iglesia y estado son asuntos separados.

La Ley y la fiesta de las pasiones encendidas. De la furia y el amor. La de la rabia y la indignación. La de las rebeldías y resistencias esperanzadas. La que no se hace de armonías. La que asume las disputas colectivas (que a veces decepcionan). La que le huye al consignismo de la queja paralizante e ineficaz. La del poroteo y las ansiedades a flor de piel. La de los feminismos populares y diversos.

La ley y la fiesta, la de la espesura, la ancha, la que convence, la que expande, la que atrae, la que enamora, la que brilla con promesas de otros porvenires.

La ley y la fiesta, la que mientras se vota en el recinto es capaz de contener el aire con las manos entrelazadas hasta doler para que salga, y estalla gozosa haciendo retumbar el mundo cuando se da luz verde. La que cruje llena de bienes comunes. La de las libertades que atemorizan. 

La Ley y la fiesta que a la cruzada de pánicos sexuales y morales desmesurados, morbosos y crueles le opone la sabiduría para decidir. La que a los autoritarismos odiantes, amenazantes y clandestinizantes le opone: la Ley aprobada. La que al hacer agorero de siempre lo repele sin fe estatal y con la Ley como piso de posibilidades.

La Ley y la fiesta que instalará otro suelo desde donde lanzarnos a la vida elegida. La ley y la fiesta que hicimos posible por la potencia de tenernos. La ley y la fiesta de las amistades, de las confianzas y los acompañamientos que desbordan fronteras.

La Ley y la fiesta con la que seguiremos a(r)mando las alianzas para transformarlo todo. La que vino para resarcirnos por todo lo que nos arrebataron. La que quiere otros mundos y los va construyendo en este presente cercano. La que lo desea todo.

La Ley y la fiesta: #EsAhoraSenado.

La Ley y la fiesta: #Será Ley.

La Ley y la fiesta con quienes tanto queremos. En la que danzaremos embriagadxs de sudores, fluidos y lágrimas. La de vida y más vida. Repitámoslo hasta el hartazgo: más vida y más vida. Y más vida. ¡Y más vida!

Más vida activista que presagia que por fin entendieron y #EsLey.

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