Los abusos en el deporte: del silencio a la condena judicial

La justicia condenó a Néstor “El Piri” Pinta, exdirector de Deportes de Patagones y reconocido remero multicampeón, a cuatro años y seis meses de prisión por haber facilitado y permitido que ocurrieran los abusos sexuales cometidos por su padre, Aldo Pinta. Aunque la sentencia aún es apelable –con instancias en Tribunal de Casación, Corte Provincial y Corte Nacional–, este fallo supone un contundente golpe a un sistema que durante años ha permitido que en el deporte imperen el silencio y la impunidad. 

Por Daniela Cardano

Victoria Carrión pudo romper el silencio cuando se animó a denunciar en la justicia los abusos sexuales que sufrió junto a sus compañeras. Su valentía permitió dar a conocer la magnitud de lo que había ocurrido durante años en la Escuela Municipal de Canotaje de Carmen de Patagones. Irónicamente, esta misma institución, donde se encubrieron los abusos, aún lleva el nombre de Néstor Pinta, el varias veces campeón de remo y que, en el momento de la denuncia, se desempeñaba como director de Deportes de la localidad. Un recordatorio de cómo la impunidad sigue arraigada en el sistema.

Victoria Carrión – Foto: Marcelo Ochoa

La campeona nacional y sudamericana de canotaje, relató cómo Néstor Pinta aprovechaba su posición de entrenador y director de la Escuela Municipal, para llevar a las jóvenes a su casa con la excusa de ser invitadas a merendar. Misma casa donde también se encontraba presente el padre del remero. A medida que compartían un momento de supuesta camaradería, entre dos hombres adultos y varias adolescentes y para “relajarse” luego de los entrenamientos, Néstor las hacía entrar en una habitación con su padre, Aldo Pinta, bajo el pretexto de que este último les realizaría “masajes”. 

“Si gorda, estás muy tensionada, que te haga masajes papá”, les decía “El Piri” Pinta para que ingresen a la habitación, según declaró Victoria en el juicio. Por supuesto que esos masajes eran en realidad abusos sexuales, mientras las adolescentes deportistas se encontraban en estado de shock y angustia. 

Cuando la noticia de su denuncia circuló en la ciudad de Carmen de Patagones, donde los abusos habían sido silenciados durante tanto tiempo, y horas antes que se formalizara en la justicia, el abusador Aldo Pinta se suicidó. La causa en su contra se consideró prescripta con su muerte, pero eso no impidió que su hijo, Néstor Pinta fuera acusado por su complicidad en los abusos sexuales que se repetían sistemáticamente, sin que interviniera para ponerle freno a la situación.

La condena y el proceso judicial

El juicio a Néstor Pinta dejó en evidencia cómo el sistema del deporte en la ciudad protegió a los abusadores y permitió que la impunidad se perpetuara durante años. Este 20 de febrero, la justicia bahiense condenó a Pinta a cuatro años y seis meses de prisión por su rol como cooperador penalmente responsable de los abusos cometidos por su padre. 

La cara del cooperador penalmente responsable de los abusos, Néstor «El Piri» Pinta – Foto: Pablo Leguizamón

A pesar de las posibles apelaciones, este fallo representa un hito en la lucha por la justicia y la visibilidad de los abusos dentro del deporte, un ámbito históricamente cerrado a la denuncia. La investigación reveló cómo el poder y el prestigio de figuras como Néstor Pinta permitieron que las denuncias se desestimaran y que las víctimas quedaran desprotegidas.

Sin embargo, para Victoria, más allá de la sentencia, el verdadero logro fue haber llegado hasta el juicio oral. En sus palabras, “estar ahí y contar nuestra historia al tribunal, que llevemos a Néstor Pinta al debate oral es un logro impensado. Ya fue ganar para nosotras”. La deportista compartió cómo a lo largo del proceso judicial, muchas veces sintió el cansancio y la frustración, pero también se sintió acompañada por su compañera denunciante (quien prefiere, por ahora, no decir su nombre) y por un amplio grupo de personas y colectivos feministas que visibilizaron su causa. «Me siento bien y muy acompañada, no imaginé en el transcurso de todos estos años lo que pasaría. Es conmovedor poder contar nuestra historia», afirmó. 

“Remo por mí y por todas”

El simbolismo del remo es central en la historia de Victoria. A pesar del dolor y la lucha judicial, ella nunca dejó de entrenar y de competir, enfrentándose no solo a la opresión del sistema, sino también al desafío de continuar su carrera deportiva tras haber denunciado los abusos. “En el medio de esta denuncia y del recorrido judicial, corrí la Regata del Río Negro y todos los días bajo a remar. Estoy con mi pala, que en las cucharas dice ‘Yo te creo’. Y me siento orgullosa de seguir remando porque no fue fácil, cuenta Victoria.

El río, que siempre fue testigo de sus entrenamientos, ahora se convierte en el símbolo de su resistencia, de la resistencia de todas las víctimas que se animan a contar sus historias y a luchar por justicia. El río sigue su curso, pero esta vez, la impunidad de los abusadores no fluirá tan fácilmente.

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