Palabras de Laura Rosso

Hacer un libro sobre el hacer socorrista y, en esa marcha, aprender, conocer, compartir, entender y encarnar lo que representa “ese hacer amoroso y acuerpado”, con quienes necesitan y desean abortar. Y digo encarnar y lo subrayo porque fue eso lo que significó para mí. Sentirlo en el cuerpo.
Hacer este libro fue meterme en el activismo feminista de las socorristas, que hacen un trabajo amoroso y pleno que permite a las mujeres y a otras personas con capacidad de gestar, abortar acompañadas.
Dejar de lado la soledad y construir con otras y otres, fusionarse en ese proceso de transformación. Eso es lo que hacen, cada una y cada une desde el lugar donde esté, porque viven una vida feminista a partir de su presencia en el mundo, a partir de los lugares que cada una ocupa, en las escuelas, en las casas, en las oficinas, en los escenarios, en las plazas, en los consultorios, en los sindicatos, en cualquier trabajo, y en las camas. Porque es desde esos lugares, desde donde ellas y elles hacen palpable el feminismo, apoyando y acompañando una decisión.
“Encontrar cauces para que unas mujeres puedan existir en relación a otras mujeres, cauces para que las mujeres puedan relacionarse entre sí”, dice Sara Ahmed cuando habla de proyectos feministas, y yo creo que este activismo socorrista plasma esa vida feminista que queremos vivir.
Son un refugio.
Y conformaron una red que toma decisiones sobre la práctica política de acompañar.
Son una red que crea confianza, que brida información y contención, que reflexiona, que imagina, que crea, que sistematiza los datos que registra, que está en contacto de manera directa con las mujeres, que las mira a los ojos, que trabaja día a día. Porque “Nunca más solas”.
Yo las admiro y las quiero muchísimo. Aborteras que resignificaron esa palabra otorgándole otras narraciones, otros colores, otras afectaciones donde no cabe ni el miedo, ni la culpa, ni la vergüenza. Con ellas y elles se vive la alegría de abortar, el alivio de haber abortado y la maravilla de estar juntas. Con ellas y elles se comparte y se reparte la fortaleza y la potencia que se teje entre mujeres.
Son una red que produce conocimiento que disputa los sentidos dominantes sobre el aborto. Ya no tan dominantes, creo.
Y lo hacen generando otros relatos donde el amor feminista está puesto a disposición y está puesto a circular mediante la red.
El aborto es político. No se aborta más en soledad, sino acompañadas. Los abortos se ven, se visibilizan, se charlan y se acompañan.
La red de socorristas piensa, ejecuta y difunde sus saberes y producciones. Y piensan al Estado. Elaboran estrategias de conexión con el Estado, en todos los sectores: la atención primaria de la salud, la educación, las escuelas, los institutos, la cámara de diputados y diputadas, porque todo el conocimiento que tienen lo trasmiten en esos espacios. Y ese aporte es importantísimo.
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Lo que aprendí de La Revuelta es que tenemos la calle, que nos tenemos entres nosotras y nosotres y que nunca vamos a dejar de caminar.
Estamos para nosotras es un libro que habla sobre una manera de ser y de estar en el mundo, una manera socorrista y feminista de ser y estar en el mundo, una manera que cambia el foco de absolutamente todo, que politiza lo que sentimos, que radiografía las emociones, que refuerza los vínculos entre mujeres y otros cuerpos gestantes, que revisa sus acuerdos, y que como decía la hermosa de Graciela Alonso cree en la sospecha como práctica pedagógica.
Las y les socorristas son la clave de como la lucha permite tender redes entre nosotras y nosotres. Saber que nos tenemos es una experiencia revolucionaria, la base del feminismo socorrista.
Somos las hijas y las nietas de muchas brujas que estuvieron antes. Esa genealogía que La Revuelta siempre ofrece, fue gestada entre luchas, plazas y corridas feministas que nos juntaron en un movimiento diverso y arremolinado, con el canto y el baile como algunas certezas. Porque eso no puede faltar.
Como tampoco faltará nunca la esperanza y el ánimo para que nuestras realidades sean otras, para transformarlas y construir el mundo feminista que queremos y merecemos. Libres y sin opresiones.
Y así seguimos caminando juntas y juntes y también con otras, que van un paso más adelante.

                                                                                        Laura Rosso, julio 2020
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