Resistir frente al avance del negacionismo: el desafío de mantener viva la memoria

Foto: La imagen icónica de la fotógrafa Adriana Lestido, fue captada el 25 de noviembre de 1982 en la Plaza Alsina de Avellaneda: Blanca Freitas, que por aquel entonces tenía 23 años, fue junto a su hija, Mariela Pérez, de cuatro, a reclamar por Avelino Freitas, hermano de Blanca, que llevaba más de seis años desaparecido.

En esta nota, Julia Merediz y Pablo Llonto reflexionan sobre los hechos ocurridos en las últimas semanas, donde las políticas de Memoria, Verdad y Justicia se vieron atacadas por el gobierno nacional, con la desmantelación de la Unidad Especial de Investigación (UEI), que resguardaba la documentación sobre niños y niñas apropiados durante la dictadura y la visita al penal de Ezeiza por un grupo de diputados y diputadas de LLA, para reunirse con genocidas condenados por delitos de lesa humanidad.

Julia Merediz es socióloga, docente y presidenta del Colectivo Quilmes, Memoria, Verdad y Justicia. Pablo Llonto es periodista, escritor y abogado especialista en derechos humanos.

Por Laura Rosso

-¿Qué reflexión hacen sobre la desarticulación -por decreto- de la Unidad Especial de Investigación que aportaba información e investigaciones a la Conadi (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad)? 

Pablo Llonto: Es, por supuesto, una medida repudiable porque representa la mentalidad del gobierno de los hermanos Milei y la vice Villarruel que desprecian los Derechos Humanos, entre ellos el Derecho a la Identidad que es el gran objetivo de la lucha por la restitución o recuperación de los bebés-niños-niñas apropiadas en la dictadura.

Julia Merediz: Sobre la embestida a la CONADI, entiendo que más que una medida de Estado es una provocación política. Cómo otros actos de este gobierno se busca desmantelar, destruir, desprestigiar. Particularmente aquello que es el resultado de lo Colectivo, lo que pone en evidencia lo que algunos niegan o peor aún defienden. Disputar un nuevo sentido de la historia. Ese es su objetivo. Atentar contra la posibilidad de confirmar los delitos cometidos y el plan desarrollado y en desarrollo. Perpetrar la impunidad. Aún así sigue pesando más en el ADN de la sociedad argentina, la marca de la lucha de los DDHH y la tarea impecable de Madres y Abuelas, particularmente. Porque la verdad y la memoria son como el agua: una vez que comienzan a correr ocupan todos los espacios.

-¿Cómo repercute esa decisión en el sistema democrático? 

Pablo Llonto: Lo lesiona terriblemente porque uno de los consensos democráticos logrados en la Argentina desde 1983 se refería al punto justicia y reparación a las víctimas del Terrorismo de Estado, Por lo tanto una medida de ese calibre atenta contra las obligaciones internacionales asumidas por la Argentina desde hace décadas para construir una justicia transicional que brinde caminos para llegar a una democracia plena.

Julia Merediz: Son definiciones y acciones de gobierno que también atentan contra el sistema democrático y los derechos básicos de las personas, como la identidad y la justicia. La democracia argentina está gestada desde el paradigma de su recuperación. Desde la decisión colectiva de enfrentar el terror y construir la recuperación. Esta democracia, la que se anotó cuatro décadas, está enmarcada en los derechos humanos como horizonte y como origen. Es la gran disputa. No sé trata sólo de las instituciones. La verdadera brecha es entre los ejecutores, cómplices, colaboradores, beneficiarios, ideólogos y seguidores del saqueo y el genocidio por un lado y de los que aún si haber vivido el dolor, son capaces de abrazar a las víctimas y de acompañar y formar parte de una demanda que es colectiva y que se encarna en la busqueda de justicia.

-⁠La visita al penal de Ezeiza a genocidas condenados es otra afrenta provocadora que además tuvo fines políticos.

Julia Merediz: Esa visita no es más que la comprobación de la continuidad y permanencia del poder de quienes fueron parte de la dictadura, así como de sus herederos. La fachada institucional y la licuación del sentido democrático, por el hecho de formar parte del Congreso, no es más que la  capacidad de readaptación de muchos que aún siguen añorando las formas de la dictadura. Es grave y requiere reacciones claras, tajantes, de diversos sectores. También saber que es una provocación. Y por lo tanto esa reacción debe estar atravesada por profundos mecanismos de institucionalidad. Que no dejen lugar a dudas respecto de lo que está bien y lo que está mal. De cuáles son las acciones criminales y quienes son las víctimas. 

Pablo Llonto: La visita ha desnudado un esquema mucho más perverso que la simple visita para abrazarlos, comer medialunas con ellos, sacarse una foto. Se trata de un plan gestado desde la presidencia y la vicepresidente para iniciar líneas de contacto con los genocidas y tratar de trabajar para ellos con el fin de sacarlos de la prisión y llevarlos a sus casas, o lo que es peor, lograr la libertad de ellos y el freno de los miles de juicios por delitos de lesa humanidad que aún restan llevarse adelante. Una muestra de esto es que las investigaciones periodísticas sobre esta visita han mostrado que varios genocidas les han entregado a estos diputados proyectos de decreto o de normas para que ellos busquen sancionar tendientes a lograr beneficios para estos genocidas condenados.

-¿Qué herramientas tenemos como sociedad en esta coyuntura para fortalecer la democracia?

Julia Merediz: Creo que las herramientas son muchas. Que hemos logrado construir y forjar anticuerpos suficientes. Que los desafíos son mayores, no solo porque hoy estén tan encumbrados los discursos negacionistas. También porque la sociedad en general ha perdido la sensibilidad frente al dolor, la injusticia o los intereses colectivos. El esfuerzo debe duplicarse para seguir nutriendo lo logrado y para volver a contar lo que se dejó de contar. Para interpelar y no dejar de referenciar los vínculos entre el pasado y el presente. Y por sobre todas las cosas recomponer y renovar los lazos Comunitarios. Esos que permitieron recuperar, construir y fortalecer la democracia. Los que lograron sostener vidas alimentando, abrazando, educando. Promoviendo nuevas leyes, políticas y sosteniendo la trama y lazos sociales de solidaridad y equidad. Ese espacio que nunca dejó de estar a la altura de las coyunturas. Son tiempos de diagnósticos necesarios pero urgentes también. Y también de encontrar nuevas estrategias. La forma no es en la desesperación ni la angustia. Será necesaria mucha convicción y paciencia activa.

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