Capítulo #1 – Chile: Si no es ahora, ¿cuándo?

Por Camila Vautier

La discusión constituyente en Chile augura transformaciones profundas en el país donde las marcas de la violencia de la dictadura de Pinochet continúan presentes. La despenalización del aborto es una de ellas. “Si no es ahora, ¿Cuándo?”, se pregunta Siomara Molina, activista de Con Las Amigas y en La Casa, sobre esta posibilidad que parece cada vez más cercana tras la aprobación de la Cámara de Diputadxs del proyecto que despenaliza el aborto hasta las 14 semanas de gestación. En esta nota se entretejen acompañamientos, una Ley que no alcanza y las luchas por el aborto seguro, libre y feminista.    

Siomara está en el sillón de su casa, con una gatita detrás que le reclama su espacio, y recuerda aquella primera vez que acompañó un aborto. Fue a una amiga, cuando estaban en la universidad. Ahora forma parte de “Con Las Amigas y en la Casa”, una Red Lesbofeminista que desde 2016 acompaña a mujeres, niñas y otras personas gestantes de Chile en sus abortos. 

Esta Red nace de las primeras líneas telefónicas que entre el 2008 y 2011 en América Latina comenzaron a brindar información sobre métodos para un aborto seguro en países donde se restringía legalmente la práctica como Chile, Argentina, Ecuador, Perú y Venezuela. 

“Entregar sólo información en una lógica muy de call center nos dejaba una sensación bien frustrante, de querer hacer más. De sentir que no era suficiente y seguir chocando con la realidad del aborto”. Entonces, con la intención de ensanchar los límites de lo posible para que quienes lo desearan puedan acceder a un aborto cuidado, surge Con Las Amigas y en la Casa.  

“Una poco a poco va corriendo los márgenes y así como le corres el margen a la sociedad y al Estado, corres los propios también. Así empezamos a acompañar”.

Una Ley insuficiente   

En 1989 y a pocos meses del retorno democrático en Chile, el dictador Augusto Pinochet prohibió por completo el aborto que desde 1931, y hasta ese entonces, el Código Sanitario permitía bajo la figura de “aborto terapéutico”, es decir, por indicación médica. 

Pese a la penalización de la práctica que impidió la obtención de datos precisos, diversos estudios señalan que en ese período se realizaron anualmente entre 60 mil y 300 mil abortos clandestinos, según recopila el informe “El Aborto en Chile” elaborado por la organización Miles. 

Desde la década de los 90’ hasta la del 2000 se presentaron 27 proyectos de ley sobre el tema pero fue recién después de 28 años, en 2017, cuando el Congreso de Chile aprobó un proyecto enviado por el gobierno de Michelle Bachelet que modifica el artículo prohibitorio y despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo. 

La nomativa sólo permite el aborto en tres causales: por riesgo de vida de la mujer (no visibiliza otras identidades de género), patologías congénitas en el feto o embrión y en casos de violación sólo hasta la semana 12 de gestación -plazo que se amplía hasta la semana 14 en caso de que la víctima sea una niña-. 

 “La Ley chilena y su implementación son muy malas. La mayoría de las veces, sobre todo en la tercera causal, las mujeres no se quieren exponer al maltrato en el hospital”, explica Siomara. 

Según datos de la Gaceta Ola, de la Red de Acompañantes Con las Amigas y en la Casa, entre agosto del 2020 y junio del 2021, de 83 mujeres y niñas acompañadas en situación de la causal por violación, sólo 7 lograron “hacer aplicable la ley”, 5 “sufrieron el rechazo de sus solicitudes” y el resto “resolvió de manera autónoma sin intentar usar el camino legal”. “Las mujeres desconfían del sistema de salud cuando se trata de aborto”, señala el informe.

Organizaciones sociales agregan que, con esta Ley, el Estado cubre apenas el 3% de los miles de abortos clandestinos que ocurren en el país. Entre enero de 2018 y diciembre del 2020, únicamente 1.827 personas abortaron dentro del sistema de salud chileno, de acuerdo a un estudio elaborado por la organización Miles. 

Estas cifras demuestran las grandes dificultades que existen en el acceso debido a las restricciones de la normativa misma. Entre ellas, Siomara destaca como principal obstáculo la falta de información para que las personas puedan acceder al aborto en los sistemas de salud. 

Es que, según el Artículo 119 quáter de esta Ley, está “estrictamente prohibida la publicidad sobre la oferta de centros, establecimientos o servicios, o de medios, prestaciones técnicas o procedimientos para la práctica de la interrupción del embarazo”. 

Otra de las barreras es la llamada “objeción de conciencia”. En agosto del 2018 se registraron 69 hospitales con habilitación para realizar abortos pero, en 41 de ellos, más de la mitad de los médicos se declaró objetor en alguna de las tres causales, según datos de la Corporación Humanas.

Los médicos obstetras son los principales objetores y la mayoría se niega a garantizar la práctica en la causal de violación: 46,72%. Le sigue el 27,42% por inviabilidad fetal y el 19,92% por la causal riesgo de vida de la mujer, revela la investigación de la Corporación Miles “Monitoreo Interrupción Voluntaria del Embarazo, agravado por la pandemia del Covid – 19. 

Acompañar para vencer la clandestinidad 

Las restricciones legales y los obstáculos dentro de un sistema de salud que lejos de garantizar derechos, replica violencias, se sienten en el cuerpo de quienes deciden abortar.  

“La clandestinidad tiene una dimensión que es jurídica, pero también tiene otra, de penalización, que es social”, dice Siomara. 

En su experiencia como acompañante hay una escena que podría repetirse: esa que describe como el “universo abortero”, donde se mezclan los miedos “legales” con las angustias emocionales y sociales. Es en ese momento cuando el acompañamiento se vuelve un acto político, un lugar de alojo, de escucha. 

“Por más que se tenga la información y los medicamentos correctos, el miedo no pasa. Siempre está ese lugar de clandestinidad y ahí es donde el acompañamiento es clave. Es el que puede hacer que se sienta de otra manera”.

Acompañar niñeces y adolescencias la conmueve y la convoca, porque ella misma atravesó una maternidad forzada a los 16 años. “Los acompañamientos con niñas para mí son muy particulares, me conmueven, me preocupan, me ocupan”. 

“Para una niña de 15 años, que la acompaña una mujer de 40 o 50, una forma de conectar a veces es precisamente que no crean que una lo está haciendo desde un lugar de beneficencia, sino que te ha pasado por el cuerpo”, relata. 

Para que abortar dentro del sistema de salud no implique atravesar situaciones de violencia, la Red Con las Amigas y en la Casa se encarga de entregar información y guiar ese proceso con la recomendación de profesionales amigables. 

Es ahora 

Con 75 votos a favor, 68 en contra y 2 abstenciones, la Cámara de Diputadxs aprobó este 28 de septiembre el proyecto para despenalizar el aborto consentido dentro de las primeras 14 semanas de gestación. La iniciativa -que deberá pasar por el Senado para su aprobación definitiva- es un paso histórico para ponerle fin a la criminalización de quienes deciden abortar, aunque las alarmas siguen prendidas: el Gobierno de Sebastián Piñera, que ya se manifestó en contra de este derecho, y el Tribunal Constitucional, podrían impugnarla.

Foto: Facebook Con las Amigas y en la Casa

Pero hay esperanzas de que las transformaciones de fondo, esas que vienen a revolucionarlo todo, lleguen con la Convención Constituyente. Este organismo fue creado a mediados de este año con la presidencia de una mujer mapuche, Elisa Loncón, y será el encargado de redactar la nueva Constitución chilena que reemplazará a la actual, vigente desde la dictadura pinochetista. 

Tras el estallido social de 2019 donde miles de personas salieron a las calles para reclamar mejores condiciones de vida, en una serie de jornadas signadas por la violencia policial, este proceso constituyente augura una época de cambios. La agenda por el aborto seguro es uno de ellos.  

“Chile está viviendo un proceso constituyente que le pone un marco nuevo a cualquier cosa. El punto es que no sabemos hacia dónde, porque no tiene que ver sólo con el aborto, tiene que ver con todo”, cuenta Siomara. “Dentro de ese todo, de esa gran transformación que estamos intentando empujar, una puede soñar cualquier cosa y se sabe que el aborto es un tema que hay que posicionar”, anhela. 

Así, con el objetivo de virar el rumbo del país del miedo y la violencia hacia uno donde florezcan las posibilidades, Con Las Amigas y en la Casa junto con activistas de más de 30 organizaciones feministas conformaron la Asamblea Permanente para la Legalización del Aborto. Su fin será el de redactar un nuevo proyecto de ley en el marco de las reformas constituyentes por un aborto seguro, libre y feminista. 

“Hoy nos convocamos desde este vórtice histórico, con la misma rebeldía que hemos fraguado para seguir subvirtiendo lo normativo. 

El feminismo y toda su inmensidad transformadora nos llama a enfrentar este momento con fuerza creativa y complicidad feminista, construida desde la confianza y la honestidad.

Hoy, cuando se dibuja un nuevo Chile, estamos aquí para asegurar que las mujeres y niñas sean dueñas de sus vidas y sus destinos; nuestras vidas y nuestras úteras ya no serán propiedad de otros, ya no le pertenecerán al estado, ni a las iglesias ni al capital”.

-Fragmento del relato de Ana Godoy Ahumada, activista de la Red Nacional con las Amigas y en la Casa, en la Sesión Inaugural de la Asamblea Permanente por el Aborto Legal. 28 de agosto del 2021. 1° Edición Gaceta Ola. 

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