Justyna Wydrzyńska: La lucha por el aborto en Polonia

Este jueves 30 de enero, activistas de todo el mundo se movilizarán en apoyo a Justyna Wydrzyńska, activista polaca condenada a 8 meses de trabajo comunitario por ayudar a una mujer a acceder a medicación para abortar. Justyna se enfrentará nuevamente a la corte polaca para apelar esta sentencia, en lo que representa un nuevo capítulo en su lucha legal.

Por Daniela Cardano

La condena de Justyna refleja la intensificación de la persecución a quienes apoyan el derecho al aborto en Polonia. La apelación de su caso ha puesto en evidencia la violencia sistemática contra quienes defienden este derecho, mientras que el apoyo internacional ha crecido. Desde diversos puntos del mundo, organizaciones feministas se suman a este acuerpamiento, reafirmando que la lucha por el aborto seguro y libre no tiene fronteras y es un derecho global.

Al respecto, Justyna ha señalado: «No me siento culpable y nunca lo haré. Actué con empatía y brindé apoyo a una persona en una situación vulnerable. Creo que todas las personas merecen tener acceso a servicios de aborto seguros y compasivos, libres de juicios y estigmas”.

Esta apelación podría establecer un precedente importante para los derechos reproductivos en Polonia, en un contexto en el que las leyes restrictivas siguen siendo una barrera insalvable para quienes necesitan abortar. En 2024, los hospitales polacos realizaron 700 abortos, mientras que organizaciones como Aborto Sin Fronteras acompañaron a más de 47.000 personas, demostrando la desconexión entre el sistema de salud polaco y las necesidades reales.

La promesa incumplida

El actual gobierno de Polonia había prometido que en sus primeros 100 días en el poder despenalizaría el aborto. Sin embargo, un año después de su asunción, no solo no se ha avanzado en la despenalización, sino que el acceso al aborto sigue siendo un desafío para las personas polacas que necesitan interrumpir un embarazo.

Lucía Berro Pizzarossa, activista de la organización internacional Women Help Women, explica la situación: “El modelo sigue siendo altamente medicalizado, lo que pone en riesgo a las activistas, ya que son los médicos quienes tienen la última palabra y las personas que acompañan corren el riesgo de ser criminalizadas. Sin embargo, el principal proveedor de servicios de aborto en el país sigue siendo una organización activista”

«Durante el último año, me aferré a la esperanza de que el nuevo gobierno cumpliría su promesa de despenalizar el aborto. Sin embargo, esa promesa sigue incumplida”, escribió Justyna en una carta pública. Por eso, y en medio de la contienda legal, la activista también lucha por abrir el centro de aborto AboTak en Varsovia, un espacio seguro donde las personas puedan acceder a servicios de aborto sin temor a la criminalización. El centro tiene como objetivo ser un refugio para aquellas personas que no tienen acceso a un lugar seguro y cuidado para abortar.

«Que el gobierno polaco ayude a las polacas como Justyna» – Varsovia, @plakaciary

Solidaridad y acompañamiento internacional 

La situación en Polonia refleja un patrón común en varios países europeos, donde las leyes restrictivas continúan siendo un obstáculo para que las personas ejerzan su derecho a decidir sobre sus cuerpos. El caso de Justyna ha destacado la importancia de la solidaridad y el acompañamiento en la lucha por el aborto seguro y libre. Su resistencia ante la persecución judicial se ha convertido en un símbolo global de la lucha feminista por la despenalización del aborto y el derecho de todas las personas a decidir interrumpir un embarazo o acompañarlo, sin ser criminalizadas por ello.

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