“Nuestras abuelas también abortaban”

Elisabet, 28 años, Chubut. 

Tengo 28 años y aborté en cuarentena. Muchos miedos andaban dando vueltas ya que era la primera vez que lo hacía y, como el cuerpo de cada una es único, no sabía qué podría llegar a sentir. Había intentado abortar con plantas amigas, pero esta vez no habían funcionado en mí sus propiedades.  Es por eso que una bella mujer me comparte el contacto de las socorristas de la ciudad más cercana. Funciona tan hermosamente bien esta red que inmediatamente actuaron con pronta y efectiva ayuda. 

Viajé a la ciudad para acudir al hospital y allí surgió un inconveniente: tenía que realizar el procedimiento en casa ajena, lo cual implicaba que no iba a estar tranquila para vivenciar algo tan íntimo y que además era nuevo. ¡Una mezcla tremenda de sensaciones! Cuando conocí en persona a una de las socorristas me ofreció el espacio de su hogar para llevar adelante el procedimiento.  Tan cuidadoso y con tanto amor fue el proceso antes, durante y después, que se sintió como un gran abrazo sororo (que por suerte lo hubo). 

El agradecimiento es eterno, no sólo por mí, sino por todas aquellas que por miles de razones deciden tomar esta decisión que involucra directamente a nuestros cuerpos, ya que del otro lado existe esta hermana red que nos contiene y acompaña en algo que nuestras ancestras lo tomaban como parte de su ciclo de fémina, porque nuestras abuelas también abortaban, y que la sociedad condenatoria y moralista liderada por la iglesia abomina y sigue quemando en sus hogueras posmodernas.

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