¿Quién le teme a la literatura?

En un país donde se puede ser “liberal” y clamar censura al mismo tiempo,  asistimos a un nuevo intento de limitar el acceso a la educación y la cultura, esta vez apuntando a los programas que distribuyen libros gratuitos en las escuelas. ¿El villano? Según las voces del gobierno de Milei y Villaruel, la Dirección de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, que entrega títulos literarios para trabajar en clase sobre temas de violencias machistas, identidad, género y derechos humanos. ¿El crimen? Promover la literatura que, según las derechas, «corrompe menores» con “contenido prohibido para adolescentes”.

¿La respuesta? Ante la censura, más lecturas. En jornadas públicas en plazas y bibliotecas, la lectura colectiva se convierte en un acto político, un ejercicio de memoria y una herramienta para seguir construyendo redes de resistencia frente al avance de discursos que intentan censurar textos.

Por Daniela Cardano

Los programas Identidades Bonaerenses y ESI en las escuelas bonaerenses. Más derechos en las aulas distribuyen de forma gratuita 122 títulos en escuelas, bibliotecas y centros educativos de adultes, con el objetivo de promover una educación inclusiva y reflexiva. Sin embargo, estos libros han sido atacados por sectores de las derechas que los acusan de «corromper» a les jóvenes. Entre los libros incluidos se encuentran Cometierra de Dolores Reyes, Las primas de Aurora Venturini y Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara. 

Llevan la censura a los municipios bonaerenses

El caso no se queda ahí. Las críticas no solo provienen de voces del gobierno nacional. En varios concejos deliberantes de la provincia de Buenos Aires e incluso en la legislatura bonaerense, se han presentado proyectos solicitando la retirada de estos libros de las bibliotecas escolares. Lo que comenzó como una serie de críticas se ha transformado en una ofensiva institucional que busca legislar contra la circulación de contenidos.

Mientras tanto, la respuesta del gobierno bonaerense: los libros distribuidos abordan realidades que afectan a la sociedad. «La literatura no debe ser cómoda ni predecible», dijeron desde la Dirección General de Cultura y Educación. 

En el caso de Adolfo Alsina, el bloque libertario presentó un Proyecto de Resolución en el Concejo Deliberante para repudiar la distribución de libros concontenido inadecuado para menores de edad, promoviendo la exposición de adolescentes a contenidos como material pornográfico y sexual explícito”.

Este tipo de proyectos intenta definir qué temas son «aptos» para les estudiantes, sin tener en cuenta el derecho a una educación inclusiva y diversa. Como señala Patricia Casey, militante feminista y secretaria del bloque Unión por la Patria de Alsina, lo que está en juego no es una defensa de la moral pública, sino un prejuicio disfrazado de argumento racional. «Es una barbaridad, lo han hecho siempre, desde todos los niveles. El ataque a la literatura, a la educación, a la cultura, es algo recurrente«, afirma.

«Tienen terror a lo que genera la Educación Sexual Integral, que seguramente se les juega tal vez el miedo a que se sepan algunas condiciones de ellas y ellos mismos, que no quieren perder privilegios«, concluye.

Ante la censura, más lecturas

Frente a las ofensivas censoras, las organizaciones y activistas feministas toman las plazas y las aulas como trincheras en muchos lugares de la provincia de Buenos Aires. En Carhué, localidad cabecera del partido de Adolfo Alsina, se realizó una clase abierta de literatura en la plaza principal. Jennifer Sevald, profesora de Lengua y Literatura, activista del Colectivo Feminista Adolfo Alsina e integrante de la Mesa Local Intersectorial, comentó: “Recorrimos las tres partes del libro. Nos detuvimos especialmente en los fragmentos maliciosamente sacados de contexto por los medios de comunicación. Al leerlos completos, debatimos sobre los estereotipos de la sexualidad y cómo el libro los desarma”.

Jennifer Sevald en la clase abierta de literatura, en la plaza de Carhué, leyendo Cometierra

Jennifer, también afiliada al SUTEBA Adolfo Alsina y quien se identifica plenamente con ese rol, destacó que Cometierra permite abordar la sexualidad desde el disfrute y el autodescubrimiento, alejándose del tabú y de la mirada centrada exclusivamente en la prevención. «Este libro interpela porque remueve estereotipos y desarma preconceptos construidos en torno a la sexualidad. Derribamos el mito de que es contenido pornográfico. Por el contrario, es apto para la escuela y para leerlo públicamente. La literatura nos hace libres y nos permite reflexionar sobre nuestras propias experiencias».

Durante la jornada, les asistentes reflexionaron sobre el lenguaje de la novela, que conecta con adolescentes y jóvenes. “Estudiantes de nuestra localidad han leído esta obra y no generó revuelo como sí lo hicieron los medios. La literatura abre la mente, nos interpela y remueve silencios. Ante la censura, más lectura”.

Pero en Adolfo Alsina no se terminó en la clase pública. Se presentaron activistas feministas y docentes de la localidad en la sesión del Concejo Deliberante el día que se debatió el proyecto con el pedido de repudio a los libros. “Fuimos a escuchar y a ver las caras de quienes repudian esta colección que, lejos de ser pornográfica, habilita la palabra sobre temas que en otros espacios no se pueden abordar”, dijo Jennifer Sevald.

Y aunque la sesión estuvo marcada por la tensión, “parece que dieron resultado las acciones, porque solo dos personas votaron a favor del repudio, los concejales de la Libertad Avanza. Unión por la Patria votó en contra, y el resto se abstuvo”, comentó Jennifer, destacando el desconocimiento tanto de los libros como de la Ley de Educación Sexual Integral y el papel de les docentes. “La cuestión es que se logró lo que queríamos y, por ahora, es un final feliz para nosotras”.

Entonces, ¿quién le teme a la literatura? 

En un contexto donde la literatura está bajo ataque por sectores que buscan censurar y limitar los contenidos educativos, la pregunta no es retórica. La literatura no solo narra, también cuestiona, abre puertas al pensamiento crítico y refleja lo que incomoda. El temor no es a las palabras, sino a su capacidad transformadora, a su poder para desarmar privilegios y desafiar las estructuras de poder. 

En palabras de Jennifer, “leer nos hace libres”. Y en esa libertad, quienes promueven la censura, temen perder el control sobre la narrativa. Al final, esta literatura señalada, la que escandaliza a las derechas, es la que arma puentes para construir mundos más justos.

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