Socorro Violeta: “Oír como no nos oyen”

Socorro Violeta, es un espacio creado por La Revuelta Colectiva Feminista de Neuquén, desde donde se brinda asesoramiento legal y acompañamiento ante violencias machistas. Está integrado por abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales, docentes, sociólogas y activistas feministas. En esta nota, las voces y reflexiones de dos de ellas: Gisel Barrionuevo y Carla Nuñez.

Por Laura Rosso

Gisel Barrionuevo es socióloga, madre y activista feminista. Transitó el Socorro Violeta como una persona que necesitó acompañamiento en 2011, y luego transmutó ese transitar aprendiendo a acompañar junto a otras personas. Carla Nuñez es abogada, feminista, madre. Habita el Socorro Violeta desde 2022, acompañando a quienes acuden con la convicción de que estas redes hacen posible crear otras realidades más justas. “Trabajamos desde perspectivas feministas e interseccionales, desde la realidad situada en la que vivimos y desde la memoria colectiva que habita en esta grupalidad, que indefectiblemente condensa los recorridos por los que hemos desandado otras identidades”. Ambas coinciden en la importancia de poner el eje en “¿qué repara a la persona?”, así el asesoramiento legal y el acompañamiento que brindan “representa un espacio de cuidado, que intenta adaptarse a las reparaciones que se buscan, teniendo en cuenta los alcances de las acciones que quieran llevar adelante, y en algunas otras situaciones se proponen cuidados y redes que sostienen litigios estratégicos”.  

-¿Qué situaciones de violencia son aquellas sobre las cuales reciben más consultas? 

-En mayor medida se presentan consultas relativas al fuero de Familia, que refieren a procesos de divorcio y sus posibles acuerdos, por ejemplo sobre el plan de parentalidad, pagos de cuota alimentaria, tiempos del poder judicial y acceso a la justicia. Observamos además, y con detenimiento, que han aumentado los acompañamientos en relación a situaciones de Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes. Ello nos conmueve constantemente, al mismo tiempo que nos desafía, pues las personas que se acercan lo hacen generalmente sostenidas por redes afectivas, familiares o comunitarias; lo que vislumbra que la sostenibilidad de la vida no sólo es parte de una agenda feminista, sino que se resignifica con la potencia que emerge de esos encuentros y acompañamientos. También aumentaron las situaciones donde el tipo y modalidad de violencia se identifican como ciberacoso y violencia digital en entornos mediáticos. Esto nos invita a reflexionar sobre otras formas de construir pedagogías feministas que puedan, también, habitar espacios virtuales en donde se reproducen las violencias machistas y transformarlos.

-¿Qué características adquieren en este contexto las violencias en contextos laborales?

-La actual coyuntura nacional, en contextos latinoamericanos (o globales) donde se fortalecen los discursos y políticas que restringen los derechos laborales y fragmentan las posibles articulaciones socio-comunitarias, constituyen múltiples escenarios donde las violencias machistas en ámbitos laborales parecieran tener mejores posibilidades de aumentar su capital de impunibilidad. Neuquén ha sido, en las últimas décadas, una provincia referente a escala federal sobre la garantía de ciertos Derechos Humanos, y es por eso que en la actualidad observamos con preocupación las decisiones que están siendo tomadas respecto a la denuncias como la que Silvana Cabezas realizó contra su jefe (ex Subsecretario de Trabajo, Ernesto Seguel) por acoso sexual y laboral, en octubre de 2022; y posteriormente hacia el sucesor en el cargo, Nelson Sandro Alegría, en 2023; y que hasta el actual mes de agosto de 2024, la causa sigue sin una reparación digna hacia la denunciante. Decisiones, que implican además, un trasfondo de alianzas entre funcionarios varones de los tres poderes del Estado; alianzas que revictimizan, que buscan invisibilizar una causa y construir sentidos públicos discursivos que deshabiten las demandas de justicia feminista. Con  la incorporación de una atención telefónica semanal, desde el Socorro Violeta visualizamos cómo aumentaron las distintas formas de violencia en contextos laborales, sobre todo en las dependencias del Estado en las localidades alejadas de la capital neuquina. Este incremento no es aislado, sino que refleja una tendencia alarmante. La precarización laboral, impulsada por despidos y recargas de trabajo, contribuye significativamente a estas dinámicas de violencia. El vaciamiento del Estado, que se manifiesta en la falta de elementos básicos de trabajo y carencia de equipos técnicos interdisciplinarios con presencia territorial, es lo que imposibilita la aplicación de leyes, programas o políticas públicas verdaderamente integrales, garantizables a la comunidad. 

-¿Cuáles son los modos posibles de reparación?

-Los modos de reparación han ido cambiando, porque las redes cambiaron y los escenarios sobre los que se construyen y reproducen las violencias también. Actualmente podríamos pensar en una ausencia “elegida” e “intensional” por ciertas instituciones estatales en Neuquén; enmarcada en una coyuntura que habilita los discursos de odio y la legitimación de un estado de crueldad simbolizado por el recorte, desmantelamiento y/o vaciamiento de programas y políticas públicas de contención hacia las personas que se encuentran atravesando situaciones de violencias. Sumado a ello, nos alertan y nos llenan de rabia los tiempos del Poder Judicial y la revictimización constante a la que se enfrentan las mujeres que acuden a los distintos dispositivos. Así, la reparación, puede significar un momento de escucha, o la potencia de tejer redes que sostienen procesos y recorridos institucionales, pues muchas son las veces donde nos conmueve saber que la pregunta sobre la reparación nunca estuvo, no fue hecha, o no tuvo el lugar para ser elaborada y respondida. Entonces pensamos, decimos y construímos desde esa espora feminista que son los deseos, y enunciamos la pregunta “¿qué te repara?”, buscando descubrir (a partir de la escucha cuidada, amorosa y pedagógica) lo que las personas traen en sus respuestas, como potencias creadoras de otras realidades, de otras formas de vivir. Como dice Sara Ahmed, devenir un oído feminista es oír a quien no es oída, oír cómo no nos oyen. 

-Es sabido que existen denuncias que llegan años después, en tanto quien denuncia habla cuando puede. ¿Suele darse violencia institucional en esos casos y cómo se actúa frente a ese panorama?

-Sí, la violencia institucional aún forma parte de la característica intrínseca de las instituciones públicas. En muchas ocasiones se brinda poca información, en un lenguaje que no es simple y por lo tanto es excluyente, logrando la revictimización de la persona. En definitiva, como dice Sara Ahmed, muchas denuncias terminan siendo denuncias sobre el modo en que se manejan las denuncias. Hacer una denuncia muchas veces es encontrar una brecha, una brecha entre lo que se supone que debería suceder, de acuerdo a las políticas y los procedimientos, y lo que termina sucediendo. Es por esto, que las colectivas, movimientos y redes feministas anunciamos que venimos a cambiarlo todo. El tiempo de expresión, así como de comprender “lo que nos pasa” cuando sufrimos violencias machistas, es algo que no se mide linealmente; y por eso buscamos sostener las redes de acompañamiento. Porque además de conservar la escucha, la comprensión y la solidaridad organizada; también significamos y nos ocupa diferenciarnos de aquellos procesos crueles y degradantes. 

¿De qué manera (o con qué herramientas) ponen en acto desde SV la responsabilidad colectiva y amorosa para acompañar estos procesos?

-Audre Lorde dijo “las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo”. Con esto pensamos y decimos que nuestra caja de herramientas está cargada de disputas de sentido, está representada por la diversidad de voces que escuchamos, está simbolizada por momentos de denuncia pero también de enunciar otros mundos, mundos más justos, mundos feministas. Es allí que logramos ampliar constantemente nuestra caja de herramientas, nuestros conceptos, lecturas y disputas; desde un sentido identitario que mucho habita la noción de aguafiestas a la que se refiere Sara Ahmed, como aquella feminista que no sonríe, que viene a aguarles la fiesta a los que están a gusto en un mundo plagado de injusticias. 

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